viernes, 11 de diciembre de 2009

Las chicas crecen.

Las chicas crecen.

Mi mamá decía: “Kleine kinder, Kleine tsures…groise kinder, groise tsures”
“Chicos chicos problemas chicos, chicos grandes, problemas grandes”, cuando son chicos no nos dejan dormir, cuando son grandes no nos dejan vivir.
Cuando mis hijas eran pequeñas, tuve la posibilidad de viajar a Israel. Me pagaban el viaje y la estadía.
Yo no sabía que hacer; la mayor de mis hijas tenía 6 años, la mediana 4 y la menor 2.
Consulté con el pediatra, y él me dijo: “mirá Inés, como médico tendría que decirte que no te fueras, pero como amigo te digo que vayas, igual, viajes o no viajes, cuando ellas sean grandes, la culpa de todo va a ser tuya”.
Durante varios días pensé como les iba a decir que me iba.
¡Pobrecitas! - pensaba - casi 1 mes sin su mamá. Débora y Karina iban a entender, pero Tamy? Era chiquita, ¿Cómo se sentiría? ¿y si se traumaba?¿y si se sentía abandonada?.
Nunca me perdonaría retrasar su desarrollo emocional, su capacidad intelectual.
Por otro lado, ¿Cuándo tendría yo otra oportunidad como esa? ¿o acaso yo no contaba para nada? ¿pero cómo me atrevía yo a tener proyectos cuando me debía a mi deber de madre? Y no las iba a ver muchos días. ¿Y si se olvidaban de mí? ¿y si dejaban de comer por la tristeza y se enfermaban?
Me veía ya apedreada por una multitud furiosa que gritaba: ¡desalmada! ¡mala madre! ¡No merece vivir! ¡Culpable! ¡Culpable!.
Yo ya había confirmado que viajaba y los días pasaban muy rápido, tampoco podía darles la noticia 1 día antes.
Por fin me animé. Fuimos al cine, a jugar a la plaza, anduvimos en triciclo, en bicicleta, dimos vueltas en la calesita, yo ya no podía más de cansancio.
Nos sentamos en la puerta de casa y ahí se los dije.
Pasó lo que más temía. No me contestaron nada pero se quedaron mirándome con los ojos muy abiertos como acusándome del peor de los pecados.
Ya lo sabía. ¿Cómo se me había ocurrido aunque fuera por un momento la idea de irme?
Dejar a esas inocentes criaturas aunque fuera por solamente 2 días.
¡Castigo! Merecía el peor de los castigos.
Por fin Karina dijo: “la mamá de Laurita también se fue de viaje y le trajo unos chicles rayados que salieron nuevos, no le convida a nadie, es una egoísta. ¿Vos podés conseguirlos?
¡Claro que si mamita, te puedo traer chicles rayados, con flores, bolitas de colores, pastillitas chicas…! ¿y un perrito que habla? Preguntó mi mejor hija mayor.
Y yo quiero un osito que da vueltas, dijo mi bebé con una sonrisa de oreja a oreja.
Por suerte faltaban sólo 7 días para irme; cada mañana me preguntaban: ¿ya te vas hoy? ¿todavía no te vas? Dale, andate pronto.
Me ayudaron a hacer la valija, prácticamente me echaron de casa.
Cuando volví de mi viaje, tuve que consultar con un psicólogo. Las chicas de hoy en día vienen demasiado despabiladas para mi gusto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario